2013/10/01


Payaso Fascista!

 

Vivimos años duros, de graves crisis. A las crisis de valores y sociales heredadas de los noventa se les suman las del nuevo milenio, la crisis económica mundial, la crisis política, el colapso del sistema del bien estar y el fracaso de la Unión Europea. Todo eso entra en contacto con los índices del paro, los desahucios, las reducciones del fondo social, la bajada de salarios, la sensación de impunidad de los corruptos y una mayoría absoluta tan productiva en el estado español, que claro, pues reacciona y termina explotando allende las gentes.

Esa explosión, sostenida en el descontento social y la rabia ciudadana, desemboca en protestas ciudadanas y manifestaciones. Protestas contra el gobierno, contra los bancos, contra la clase política, contra Europa. En los últimos años hemos conocido todo tipo de protestas, desde manifestaciones y marchas a escraches. Todas ellas repletas de polémica, encendida la mayoría de las veces por quienes son objeto de las quejas de las mismas. Pero, ¿tenemos realmente derecho a expresar nuestro descontento ante quienes nos dirigen?

Realmente, teniendo en cuenta que vivimos en un país democrático, donde existe el tan famoso estado de derecho y donde se apela a la libertad de expresión pues hombre, si, si se puede. Vamos, no solo es que se puede, si no que se debe. ¿Qué clase de sociedad seriamos si no protestásemos contra lo que nos parece injusto o no nos gusta, incluso si se trata de nuestro presidente, jefe de estado, alcalde, sistema político o partido? Pues seriamos una adormilada, drogada o imbécil. Patética sin duda. Pero, ¿ese derecho a réplica nos permite ensañarnos contra quién es fácil criticar, insultar o calumniar? ¿Dónde está el margen? Pues como en todo, nuestro limite esta donde empieza el de los demás, nuestra libertad termina donde empieza la del de al lado.

Y se preguntaran ustedes… ¿a cuento de qué todo esto? Bien, pues esto viene a cuenta de lo muy cansado que estoy de recibir los mismos insultos y calumnias de quienes se consideren los salvadores de la patria. Y en concreto a aquel señor, que, en el día de San Ignacio de Loyola, nacido Eneko por cierto, abucheo al lehendakari Iñigo Urkullu, que mira la casualidad era su santo, llamándolo payaso y fascista. Insulto sistematizado ya por la Izquierda Abertzale, que resulta barato y cómodo lanzarlo contra cualquiera que no le siga el agua, y en especial si es del PNV. Incluso yo no me he librado del susodicho adjetivo, que han espetado contra mi cara de incredulidad, incapaz de creerse lo que oía. No importa la veces que hayas pedido que no te insulten cuando alguien te dice que quieras o no eres español, otra jauría esta que trataremos otro día, no importa que pidas con firmeza la independencia, que luches por tu país donde debes hacerlo, que hables Euskera o ni siquiera que tu familia lo perdiera todo por defender su patria en una guerra que sabía perdida desde el comienzo. Eres del PNV, no apoyas el proyecto de batasuno, eres fascista.

No voy a decir que sea algo que me sorprenda, no, quizá las primeras diez si, pero luego ya no, estoy acostumbrado, y como yo la mayoría que sintetiza con la ideología JELtzale. Pero es cierto, que llegados a un punto, a este en el que ya se supone que estamos en un estado de normalidad después de que quienes nunca debieron hacerlo dejaron de matar, en el que se habla de una nueva época, un nuevo marco socio-político para Euskal Herria, Euskadi no existe dentro del vocabulario zurdo pese a que su santa sanctórum nunca se lo quitó, pues hombre, cansa molesta e indigna. Tanto como para que el señor Urkullu, el sin sangre para muchos, se saliera de la comitiva de agintaris que presidia, junto a alcalde y diputado foral de Bildu, y se dirigiera al señor y cara a cara le pidiese que le repitiera lo que le había dicho. El señor, valiente como los del pasamontañas, se dio la vuelta y le dijo que le dejara, una compañera, haciendo alarde de su camarería batasuni, le contestó “ba…herria ez dagoela salgai”, vamos, que el pueblo no está en venta.

Me pregunto yo ahora, ¿Cuál pueblo, el vasco?, ¿O el navarro que se supone que todos somos porque es la cuna del Euskera? Claro, porque ellos nos son castellanos pese a hablar castellano, pero los bizkainos somos navarros por hablar lo que un día se llamó lenguae navarrorun. ¿Lo está la ikurriña que fue tirada al suelo en Iruña, porque unos la expusieron y dejaron que se pisara?,¿Lo están los símbolos que representan lo que fuimos y que algunos pretenden negarnos, como la existencia del señorío y su árbol santo?, ¿Lo está la ciudadanía a la que se la ha privado de derecho con la simple excusa de que unos mataban por ella?, o ¿Lo está el pueblo que se entera por un medio británico del fin de la lucha armada?. No, ya se quien lo está, está vendido el pueblo que tuvo que aguantar un gobierno de coalición anti vasco, que llego a nombrar a Juaristi director de Euskera después de arrasar con los símbolos oficiales de Euskadi y manchar un acto simbólico como la jura de Gernika, y todo porque algunos fueron incapaces de pedir perdón, decir ya vasta, decir ya está, fin, como han hecho después bajándose bien los pantalones ante Madrid. Ese es el país vendido, y esos son sus vendedores.

Vendedores y vendidos, al mejor postor. Porque nos han tachado de inmovilistas y de autonomistas cuando a ellos les llega el clímax cuando oyen hablar de federalismo. Pero al final, como siempre prevalece la verdad. En el 36 nos mantuvimos fieles a pueblo vasco y al orden democrático, luchamos contra los nacionales, contra los rebeldes, los fascistas, el partido con más batallones de gudaris, de los de verdad. Seguimos luchando por Euskadi desde la clandestinidad, Agirre se jugó la vida intentando conseguir ayuda aliada, pero siguió en Nueva York, y luego otra vez en Paris, y después Leizaola. Después, llego la transición, y después la democracia. Han pasado 33 años desde que conseguimos el estatuto, la devolución de los conciertos, la alternativa a la industria pesada, la apuesta por el I+D+i cuando todos estaban en contra, la lucha por sacar a Bilbao del pozo y convertirla en la metrópoli cosmopolita que es hoy, la mantención de las ikastolas fuera de la CAV, EITB, el Plan Ibarretxe…Otros en esos treinta años solo nos han dejado casi mil muertos y una sociedad fragmentada y cansada. Quizá deberíamos replantearnos quienes son los fascistas y los payasos.

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