2012/03/06

LA GRAN CRISIS

Hará ya unos tres años que, ocho décadas después del crack del 29, la bolsa de Wall Street volvió a caer provocando un estruendo cuya onda expansiva seguimos padeciendo hay sin vislumbrar aún la luz al final del túnel. No solo no se ve el fin de esta crisis galopante sino que parece no tenerlo, haciendo cada día más notoria su presencia en nuestros días.

Supongo no ser el único que ha podido ver con sus propios ojos cómo la crisis, que al igual que la Gran Guerra casi deberíamos escribirla en mayúsculas, ha devorado y devora todo aquello que encuentra a su camino. Familias enteras despojadas de sus bienes, negocios que se van a pique y cientos de gobiernos arruinados.

No obstante, quien no se ha visto tocado por alguna de las desgracias arriba mostradas, lo ha sido probablemente por la falta de trabajo englobando así las colas del paro, tan largas como las de las panaderías en los años del racionamiento.
Resulta inimaginable cómo una crisis puede llevar al trate con décadas de buenos años, con cotas de calidad de vida jamás alcanzadas. Hace unos cuantos años, cualquier familia media podía permitirse dos viviendas, dos coches y largos viajes vacacionales en las jornadas estivales. Hoy son pocos las familias que se lo pueden permitir si quieren seguir comiendo todos los días.

De todas formas, dudo que a nadie le haya tomado por sorpresa la crisis puesto que, revisando un poco la historia, esta siempre se repite. Al igual que ocurrió a comienzos del siglo XX, la Belle Époque llegó a su fin con una guerra que cambió el mundo. Esperemos que lo alegres veinte lleguen pronto y que no volvamos a estropearlos por la codicia de y el ansia de enriquecerse.

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